Darlo "Todo por la Patria". Por España, "la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles", como dice nuestra Constitución de 1978. Cuando la Nación Española nace como nación de ciudadanos libres e iguales ante la ley, en la Guerra de la Independencia, se convocaba a los españoles a darlo "Todo por la Patria". En Cádiz, donde las Cortes españolas acuñaban la primera Constitución de la Nación Española en 1812, los diarios y publicaciones de todo tipo lanzaban a toda la patria la obligación de defenderla.

Pero darlo "todo por la patria" exige la existencia previa de una patria común de los españoles, la Nación Española, que no se reduce a un documento legal sino que implica una Historia de convivencia común en un mismo territorio, con un mismo idioma y costumbres, dentro de un Estado. La "patria común de todos los españoles" se opone a la "patria chica", el lugar donde uno nació. Como dice entre nosotros el Padre Feijoo, en su discurso "Amor de la Patria, y pasión nacional" en 1729: "La Patria a quien sacrifican su aliento las armas heroicas, a quien debemos estimar sobre nuestros particulares intereses, la acreedora a todos los obsequios posibles, es aquel cuerpo de Estado; donde debajo de un gobierno civil estamos unidos con la coyunda de unas mismas leyes. Así España es el objeto propio del amor del Español, Francia del Francés, Polonia del Polaco". El amor a la patria es la virtud política característica de las naciones modernas resultado de la Revolución Francesa de 1789. Como afirma Montesquieu en el comienzo Del Espíritu de las Leyes en 1748: "Lo que llamo virtud en la república es el amor a la patria, [...] No se trata de una virtud moral ni tampoco de una virtud cristiana, sino de la virtud política. [...] Así pues, he llamado virtud política al amor a la patria y a la igualdad".

En monarquía o en república, independientemente del régimen imperante y el partido que gobernase, siempre se ha gritado "Todo por la Patria" para proclamar la realidad indisoluble de la Nación Española. En las guerras de Puerto Rico y Cuba, entonces provincias españolas, se ofrece darlo "todo por la patria" frente a quienes atentan contra la integridad nacional. Cuando estalla la Guerra de Cuba en 1895, a los soldados españoles llegados de territorio peninsular a la isla para evitar su separación de España, se les recibe con los siguientes lemas: "¡Todo por España! ¡Todo por la patria!". El ejército español, garante de la integridad de nuestra patria, ha acostumbrado no sólo a lucir con orgullo el lema sino a añadir su pertenencia al mismo: "Todo por la patria. Todo por el ejército".

Los actuales intentos de sustituir el lema "Todo por la Patria" que luce en las dependencias del Ejército y la Guardia Civil por otro más abstracto como "Todo por la democracia", sólo pueden contemplarse como ataque frontal a la patria, a España, el fundamento de nuestra Constitución como Nación desde Cádiz a nuestros días, y también contra el régimen democrático por el que se rige España. En consecuencia, eliminar el lema "Todo por la patria" es tanto como eliminar la Nación Española que es su fundamento.